Un soldado, de nombre Nobushigé, acudió a Hakuín y le preguntó:
-¿Existe realmente un paraíso y un infierno?
-¿Tú quién eres? -Indagó Hakuín.
-Un samurái -respondió el otro
-¿Tú, un guerrero? -exclamó Hakuín. -¿Qué clase de señor te admitiría en su guardia? Tienes facha de mendigo.
Nobushigé se encolerizó tanto que echó mano a la espada, pero Hakuín continuó:
-¡Conque tienes un arma! Esa espada probablemente es demasiado roma hasta para cortarme la cabeza. ¡Seguro que ni siquiera la sabes usar!
Y, cuando ya Nobushigé desenvainaba, Hakuin observó:
-Aquí se abren las puertas del infierno.
A estas palabras, el samurái, notando la disciplina del maestro, envainó la espada y le hizo reverencia.
-Aquí se abren las puertas del cielo -dijo Hakuín…
Moraleja: la mente tiene la capacidad de convertirte en ángel o demonio. Pero seguimos convencidos de que el cielo y el infierno existen en alguna parte, fuera de nosotros mismos.
Si buscas en tu interior, hallarás que todos tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida.
Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo que hay en ti.
.-El karateca-filósofo
-¡Conque tienes un arma! Esa espada probablemente es demasiado roma hasta para cortarme la cabeza. ¡Seguro que ni siquiera la sabes usar!
Y, cuando ya Nobushigé desenvainaba, Hakuin observó:
-Aquí se abren las puertas del infierno.
A estas palabras, el samurái, notando la disciplina del maestro, envainó la espada y le hizo reverencia.
-Aquí se abren las puertas del cielo -dijo Hakuín…
Moraleja: la mente tiene la capacidad de convertirte en ángel o demonio. Pero seguimos convencidos de que el cielo y el infierno existen en alguna parte, fuera de nosotros mismos.
Si buscas en tu interior, hallarás que todos tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida.
Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo que hay en ti.
.-El karateca-filósofo