La Paciencia

La moraleja de hoy nos habla de la paciencia, una virtud muy unida a la perseverancia, y por tanto al éxito, que es el fin último de cualquier cosa que hagamos en esta vida. Hace poco publiqué un post en el que decía que “La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto”. En karate es especialmente relevante esta virtud, dado que la carencia de la misma hace que se produzcan muchos abandonos y por tanto muchos fracasos. Como dice la sabiduría popular: “el que la sigue la consigue…”

En la mente de los japoneses la perseverancia es uno de los valores más presentes, y uno de los principales fundamentos del bushido. Quizá por eso, después de perder la segunda guerra mundial y con el país empobrecido y arrasado, llegaron a convertirse en la segunda potencia económica mundial.
La historia dice así:
Había una vez dos agricultores que decidieron plantar bambú; ambos compraron la semilla en la misma tienda, y ambos las plantaron en las mismas tierras, colindantes entre sí, dado que eran vecinos.
Los dos agricultores se dedicaron a regarlas y abonarlas continuamente. Sin embargo, mientras uno se lo tomaba con calma, el otro vecino miraba impaciente todos los días con la esperanza de ver salir pronto los primeros tallos.
Sin embargo, hay algo muy curioso que sucede en el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente, pero durante los primeros 7 u 8 años nada sucede.
Así, el agricultor impaciente veía que iban pasando los años, sin suceder nada apreciable, con lo que perdía la paciencia, se maldecía por haber plantado bambú e incluso llegó a pensar que las semillas eran de mala calidad. Tanto se desesperó, que después de esos 8 años decidió levantar todo el arado, y volver a plantar, pero esta vez, arroz.
Sin embargo, el otro agricultor continuaba regando y abonando la plantación, sin prisa y con la fe que da la perseverancia, y la paciencia.
A los 8 años, al fin, vio recompensado su esfuerzo, ya que empezaron a salir los primeros brotes, con gran alegría por su parte, y gran incredulidad por parte de su vecino. En 6 semanas más las plantas crecieron varios metros, con lo que al final el agricultor perseverante vio recompensado su esfuerzo y dedicación.
¿Tardó solo seis semanas en crecer? No. La verdad es que se tomó ocho años y seis semanas en desarrollarse.
Lo que realmente hizo el bambú durante los primeros ocho años de aparente inactividad fue generar un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el gran crecimiento que iba a tener después de esos años…
Moraleja: En la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
“Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”.
Thomas Carlyle.- pensador y ensayista inglés
.- El karateca-filósofo